Augusto Carozzi Passani llegó al puerto de Valparaíso y decidió probar suerte, ofreciendo su antigua pasión culinaria en este nuevo lugar. Así, el 29 de marzo de 1898 el inmigrante italiano creó La Joven Italia, en el mismo puerto.
Sin saberlo, cambiaría la dieta de los chilenos, llegando a ser la pasta un plato de alto consumo de nuestra población. Y sin sospecharlo, Augusto Carozzi comenzaba a escribir la historia de una de las más grandes empresas de alimentos de Chile y de Latinoamérica.
En 1907, Carozzi y compañía enfrenta su primera gran decisión: trasladar su base de operaciones a la ciudad de Quilpué. El cambio respondía a la necesidad de contar con un clima más adecuado para el secado de los fideos. Asimismo, la empresa optó por un nuevo nombre: "Compañía Molinos y Fideos Carozzi". El crecimiento de Carozzi fue constante, ajeno incluso a las vicisitudes que atravesó el país tras el fin de la bonanza salitrera y a la crisis económica del año 30. Fue Precisamente en estas situaciones de incertidumbre, afloraron con claridad los valores permanentes de la empresa. Carozzi se posicionó como una empresa precursora en buscar mejores condiciones de vida para sus trabajadores.
En 1948, se inauguró en la pequeña ciudad de Quilpué la población Carozzi, la que al otorgar un hogar a los trabajadores de la empresa constituyò un verdadero homenaje al espíritu de su fundador. En sus numerosos años de gestión, Augusto Carozzi tuvo como preocupación permanente, mantener su empresa a la vanguardia en la elaboración de pastas, adquiriendo los últimos adelantos de la industria europea para aplicarlos en Chile, ofreciendo a sus clientes un producto innovador y de calidad. La persona que continuó la labor iniciada por Augusto Carozzi fue Enrique Costa Venzano quien realizó una importante gestión durante las siguientes décadas dirigiendo la compañía desde los cargos de Gerente General y Director.
Durante su gestión se abocó a transformar a Carozzi en una empresa moderna y de relevancia nacional, llevando a cabo la construcción de la moderna planta de Nós, vital en el futuro de la compañía.
Asimismo, durante su dirección contribuyó notablemente al desarrollo del pueblito de Quilpué: donó terrenos para la construcción de un hospital, consiguió que los trenes expresos pararan en la ciudad y que realizaran rebajas en los pasajes a los estudiantes que debían ir a perfeccionarse a la civilización en Viña del Mar o a Valparaíso. En la década de los '50, Carozzi se consolida como una de las fábricas de pastas más modernas de América al inaugurarse el primer túnel automático para fideos largos del país.
La planta pueblerina de Quilpué se transforma en una de las tres primeras en el mundo en contar con un proceso continuo y automático en la producción de pastas. En 1965, se inaugura la planta de pastas más moderna de Sudamérica en Nós. Su ejecución constituyó todo un acontecimiento, y fue uno de los más importantes proyectos privados realizados en ese entonces que reunió a tres de los arquitectos pioneros de lo moderno en Chile: Mitrovic, Duhart y De Groote.
El 24 de enero de 1970 un gigantesco incendio destruyó la planta de Carozzi en Quilpué, donde se elaboraba el 60% de los fideos que se consumían en Chile. Esto obligó a la planta de Nos, recientemente construida, a redoblar sus esfuerzos para satisfacer las necesidades del país. La empresa se abocó de inmediato a la reconstrucción de las instalaciones destruidas. Bajo la presidencia de Gonzalo Bofill de Caso, la empresa ha consolidado su liderazgo en la industria nacional, con decisiones visionarias como la adquisición de Costa, que a los pocos años de administración se transformó en uno de los mayores productores de chocolates del país, ofreciendo productos innovadores y explorando facetas desconocidas como la elaboración de galletas, rubro en el que se carecía de experiencia pero en el que pronto se logró un sitial destacado. El éxito de Carozzi traspasó el mercado de las pastas y se amplía a los chocolates, galletas, harinas, salsas de tomates, bebidas instantáneas, caramelos, confites, pulpas de frutas y pasta de tomates.
Cada empresa del grupo, en su especialidad, continúa con el sello de liderazgo y calidad de Carozzi. Así Agrozzi, por ejemplo, es una de las plantas procesadoras de tomates más grande del hemisferio sur y cuenta con la más avanzada tecnología en el procesamiento de alimentos. En el rubro de las harinas industriales, Carozzi adquiere en 1988 Somol (Sociedad Molinera de Osorno) y nueve años más tarde, toma el control de una de las más importantes empresas del sector molinero en Chile, Sociedad Industrial Teófilo Grob, ubicada en la ciudad de La Unión, en el sur de Chile. Carozzi logra así constituirse en una de las más grandes productoras harineras del país.
Así, en un siglo de historia, Carozzi pasó de ser una importante compañía monoproductora de pastas, a una de las más grandes empresas de alimentos de Chile y de Latinoamérica. A mediados de los años ´90 se inicia el proceso de internacionalización, a través de filiales productivas en Argentina y Perú.
En 1994 Carozzi marca presencia en el mercado estadounidense a través de Carozzi North America Inc., distribuyendo directamente sus productos en el competitivo mercado estadounidense. Al año siguiente se construye la moderna fábrica de galletas y bizcochos COSTAPERU, la que bajo el alero de la marca Costa se transforma en una de las más importantes del mercado peruano. En 1997 se adquiere, en el mismo país, MOLINO ITALIA S.A. importante empresa productora de pastas, harinas y sémolas. En Argentina se adquiere la importante empresa productora de Confites y Golosinas D.R.F.Billiken
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